
La reacción fue bravía. Real Madrid sacó fuerzas de su más profunda depresión para ganarle al Manchester City (3-2) y darle la vuelta a los ingleses a seis minutos del final del partido. Mientras Cristiano Ronaldo anotaba el gol del triunfo en los instantes finales del cotejo, José Mourinho se aventaba al césped de rodillas y se deslizaba como niño para festejar la victoria merengue. Fue un momento en el que el portugués estalló de felicidad y liberó toda la presión que lo ahogaba a él y a sus jugadores por los malos resultados en la Liga y por los duelos de declaraciones. El City se fue adelante con gol de Edin Dzeko, pero rápidamente empató Marcelo con un soberbio disparo de derecha que sorprendió a todos en el Santiago Bernabéu.
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